domingo, 19 de mayo de 2013

AL PUEBLO TAMPOCO LE IMPORTA "UN C..." EL SR. MADURO

 
¿Puede usted nombrar diez diferencias serias, reales, entre el Dispositivo Bicentenario de Seguridad (DIBISE), la Misión “A Toda Vida Venezuela” y el reciente “Plan Patria Segura”? Está bien, que no sean diez, que sean cinco. ¿Es mucho todavía? Tres, pues, enumere tres. ¿No puede? Diga una, entonces, aunque sea UNA diferencia de verdad. Aunque sea una diferencia que justifique el cambio de nombre, el gasto en logotipos, en calcomanías para las patrullas, en papelería para los burócratas, en ruedas de prensa y en honorarios para los “creativos”. Una.
 

MISMOS MÉTODOS, IGUALES RESULTADOS

¿No pudo? ¿No la encontró? Nosotros tampoco. Y no la encontramos PORQUE NO EXISTE. Esas tres “iniciativas gubernamentales en materia de seguridad”, por llamarlas de alguna manera, son exactamente iguales. Aunque una es un “Dispositivo”, la otra es una “Misión” y la más reciente es un “Plan”, las tres tienen en común el protagonismo militar en un área de gestión pública eminentemente civil, como lo establece el artículo 332 de la Constitución Nacional. Las tres pregonan su énfasis en lo “preventivo” antes que en lo “represivo”. Las tres fueron anunciadas con bombos y platillos. En los tres casos vimos a burócratas rasgándose las vestiduras, “jurando por lo más sagrado” que esta vez sí, que en esta oportunidad si iban a lograr resultados.

 Y llegamos así el tema crucial: el de los resultados. El Plan Patria Segura es el “plan de de seguridad” número 20 ejecutado por este gobierno a lo largo de los últimos 14 años. Los 19 planes anteriores fracasaron de manera lamentable. Y, si no hay diferencia sustantiva entre “Patria Segura” y los anteriores “planes”, no hay tampoco razón alguna para pensar que este “plan” tendrá éxito. Un gobierno que ha sido incapaz de frenar la inflación, que ha sido incapaz de garantizar abastecimiento de productos de primera necesidad, que ha sido incapaz de acabar con los apagones, muy probablemente será incapaz también de obtener éxito en este vigésimo “plan de seguridad”. ¿Por qué? Por una sencilla razón: Si en algo ha sido absolutamente consistente este gobierno es en la manifiesta incapacidad para el desarrollo de políticas públicas para el bienestar colectivo.


PUEBLO HAY Y HAMPA TAMBIEN ¿PERO DONDE ESTA EL GOBIERNO?

El de la seguridad ciudadana es un tema demasiado serio para abordarlo desde la perspectiva discontinúa de los “operativos”, o desde la más perversa aun visión propagandística, que en vez de cambiar la realidad pretende solo cambiar la opinión de la gente, las cifras de las encuestas o los titulares de la prensa, mientras en las calles el pueblo sigue siendo asesinado por el hampa impune. El asunto no es de diagnósticos. Ya hay sobreabundancia de ellos. Tampoco de “estrategias, proyectos y propuestas”. Demasiadas han sido ya debatidas, consensuadas… y olvidadas. El asunto de fondo es que en esta ecuación de la seguridad ciudadana falta un actor fundamental. El pueblo está: es el que pone la sangre, las víctimas, las lágrimas, los muertos. El hampa también está: es la que pone el plomo, la saña, el violento desprecio por la propiedad y la vida de las personas. Pero el tercer actor es el que no aparece por ningún lado…

Ese tercer actor desaparecido es EL GOBIERNO. Aquí lo que no hay es GOBIERNO. Y no nos referimos al señor de bigotes que aparece a veces hasta cuatro veces diarias en cadena nacional, insultando a unos, amenazando a otros, e incurriendo en errores de gramática, sintaxis y contenido que terminan generando la burla de todos. No. Nos referimos a gobierno de verdad, a ese actor institucional que debe ser garante de la seguridad y la vida de los venezolanos, que debiera ser garantía de que asesinos y ladrones no saldrán impunes.


70% DE CASOS POLICIALMENTE RESUELTOS, 98 % DE IMPUNIDAD

Cuando afirmamos que no hay gobierno no nos estamos quejando de los policías. De hecho, cuando hablamos de las víctimas allí incluimos a los policías, asesinados a mansalva por el hampa. Tampoco nos quejamos de los fiscales, indignados y frustrados porque saben que EL 70% DE LOS HOMICIDIOS ESTAN POLICIALMENTE RESUELTOS A LOS 15 DIAS DE OCURRIDOS, y a pesar de ello al final del camino 98 % quedan impunes y apenas un 2% es procesado. Tampoco nos quejamos de los jueces, privados de estabilidad en la carrera judicial, acosados y atemorizados...

El dolor y la rabia de ese pueblo que día a día llora a las puertas de las morgues de toda Venezuela la muerte absurda, prematura e impune de un ser querido, van dirigidos contra quienes han convertido a Venezuela en una cárcel y a los pranes en el verdadero gobierno, ese gobierno que cobra vacuna, pone alcabalas, decide quien entra o sale del barrio, que decreta toques de queda y administra pena de muerte: El gobierno del hampa! 


LO QUE NO “IMPORTA UN C…” ES LA DEMAGOGIA

Usando una vez más su “denso y culto” discurso de “Estadista”, el Sr. Maduro Moros dijo en acto público la semana pasada que “a él le importaba un c… la popularidad”, y que por eso impulsaba el “Plan Patria Segura”. Desde el barrio le respondemos: Si no cambia sus métodos, seguirá obteniendo los mismos fracasados resultados. Y ese fracaso se traduce en miles, decenas de miles de venezolanos asesinados, que en su inmensa mayoría responden al siguiente perfil: Son varones, son jóvenes… y son pobres!  

Con lo que podemos afirmar que al Sr. Maduro Moros, protegido él por sus guardaespaldas y sus carros blindados, lo que verdaderamente “le importa un c…” es la vida del pueblo. Y por eso es que, en justa retribución, al pueblo (incluso y sobre todo al pueblo chavista), tampoco “le importa un c…” lo que termine de ocurrirle al Sr. Maduro en el ejercicio de su muy discutida, por “presuntamente” ilegítima, presidencia.

Y así va el país de verdad, en búsqueda de paz, seguridad, justicia... ¡Y legitimidad!

TRABAJADORES DE GLOBOVISION NO TENEMOS RESISTENCIA AL CAMBIO... PERO EL CAMBIO NO PUEDE SER ARRODILLARSE ANTE EL PODER


Entrevista publicada en primera plana del cuerpo Escenas del diario El Nacional
en su edición del domingo 19-05-2013, realizada por la periodista Katiuska Silva

Para el conductor de Del Dicho al Hecho , el que quiera operar la televisora de la Alta Florida debe entender que ésta expresa a la mitad del país y que, por eso, hay que cuidar a la audiencia. "Poner al canal de rodillas al poder sería contra la naturaleza propia del periodismo", dice

Cuando se prendieron las alarmas entre los empleados de Globovisión al conocerse la noticia de la venta del canal no se activaron las de Jesús Torrealba, asegura. Para él, la presencia de nuevos accionistas en el canal informativo implica más bien otro reto, pues considera que debe concienciarlos sobre la importancia del trabajo que hace en su programa Radar de los Barrios, en el que cobran importancia los habitantes de los sectores populares venezolanos, que conoce a profundidad.

"Allí vive 54% de la población y abarcan 170.000 hectáreas en todo el país. En ellos ocurren procesos de construcción de ciudadanía muy importantes. Son sectores que los medios tradicionales miran sólo cuando hay una desgracia y los oficiales sólo cuando pueden sacar provecho político. Nosotros como asociación civil nacimos en medio de mucha polarización política, cuando la gente pensaba que la intolerancia era grandísima, pero descubrimos que no es así, que en donde menos hay polarización es en los sectores populares (...). Por eso aquí hay Radar para rato, porque tiene que ver con un proceso de empoderamiento popular auténtico", dice el comunicador sobre su programa.

--¿Cómo vivió la noticia de la venta de Globovisión?

--Somos productores nacionales independientes. Tenemos poco contacto físico con el canal. Yo llego en la madrugada, hago Del Dicho al Hecho y no regreso hasta el otro día. Pero entendemos que la transición no se está viviendo sólo en el canal sino en toda Venezuela. El rumbo de Globovisión será reflejo del que tome el país, hay una relación estrecha entre una cosa y otra. Como medio nos vemos obligados a contribuir en que esa transición sea pacífica, democrática y constitucional. (...) Pero para nosotros en la asociación civil no ha habido funeraria, no hay duelo, no hay ayayay. La venta es un momento más, un paso más en el proceso de ampliación de espacios de libertad y democracia. Cuando nos dijeron que el canal se iba a vender, dijimos OK, hablaremos con los nuevos dueños.

  --¿No temió que su programa pudiera salir del aire ?

--El tema no es temor, porque siempre hemos tenido que educar a los profesionales y dueños de los medios con relación a la importancia de lo que hace el equipo del Radar de los Barrios . Hemos vivido en una permanente cruzada, conversando y enseñando que los barrios no son únicamente escenarios de desastre sino espacios de construcción de ciudadanía. Nuestros anclas son personas que llegan donde más nadie puede llegar sin correr riesgos de vida, y eso es así porque tienen años validando su presencia en barrios con su liderazgo. Eso es atractivo para todos los que quieren trabajar con la noticia. Yo no tengo dudas de que cualquier gerencia profesional de Globovisión o de cualquier otro medio puede estar interesada en eso.

--La junta directiva del canal anunció que no habrá cambios en Globovisión, ¿qué opinión tiene usted?

--No creo que no haya cambios, y lo dije en la asamblea del miércoles. Sólo tengo 6 años en el canal versus muchos de mis colegas que tienen 18 años, que crecieron profesionalmente allí y están, como yo, muy orgullosos de lo que han hecho, pero que no son viudos del pasado. No están negados a los cambios. Allí todo el mundo tiene propuestas de cómo refrescar pantalla, cómo generar nuevos negocios... El personal de Globovisión está lleno de ideas. Allí no hay resistencia al cambio. El tema es el sentido de la realización de esos cambios. Si son para ponernos de rodilla frente al poder es contra natura, contra la naturaleza misma del periodismo (...)

El que quiera operar Globovisión tiene que entender que ese canal expresa a la mitad del país. Si existe la idea de expandir la cobertura y ampliar la línea editorial con el acceso a fuentes oficiales que antes era imposible, es estupendo. Pero hay que cuidar a la audiencia actual. En ese sentido, la reunión que tuvimos con la junta directiva no me pareció sorprendente sino lógica, dentro de una perspectiva profesional y de negocio.

-- ¿En los barrios se habla de la venta de Globovisión?

--Sí, como en el resto del país. Han expresado preocupación porque, dicen, si se les cierra esa ventana no tendrán esa tribuna y se quedarán mudos. Han sentido nerviosismo. Hay expectativas, pero más que estar teñidas por lo político ideológico son mucho más pragmáticas. Se preguntan si lo van a cerrar, si se va a convertir en un canal que sólo muestre el lado rosado de la realidad, donde no se puedan hablar las cosas de la vida real.

domingo, 12 de mayo de 2013

HIJOS EXITOSOS DEL BARRIO CANTAN A SUS MADRES HEROÍNAS


Si. No hay exageración alguna. Hoy, segundo domingo de mayo, Día de la Madre en Venezuela, cedemos el espacio de nuestra columna Radar de los Barrios a las voces, a los testimonios directos, de venezolanas y venezolanos que a través de la redes sociales rindieron público homenaje a sus madres, mujeres valerosas (madres solteras, viudas, abandonadas, luchando siempre en cualquiera de los estadios de la soledad y la pobreza) que desde el barrio supieron hacer frente a la adversidad y lograron, solas, sacar adelante a sus hijos hasta convertirlos en profesionales universitarios, en emprendedores exitosos, en dueños de sus propios negocios, en fin, en seres humanos con valores y principios.

Estos testimonios son apenas una pequeña parte de la masiva respuesta que recibió a través de las redes sociales nuestra columna del pasado domingo 5 de Mayo, titulada “¡Respete al barrio, Sr. Maduro!”. Como se recordará, en ese texto rechazamos la afirmación hecha por el ocupante provisional de Miraflores, en el sentido de que sus compañeros de partido habrían sacado la mejor parte en la emboscada oficialista ocurrida en la Asamblea Nacional no porque (como en efecto ocurrió) estos actuaron con premeditación, alevosía y ventaja, sino porque presuntamente los diputados gobierneros “vienen de la calle, del barrio, y mueven más rápido las manos…”, dando a entender así que ser del barrio es ser pendenciero, tirador de golpes, violento, inclinado a resolver con agresiones lo que gente razonable resolvería intercambiando ideas y palabras, en vez de golpes y patadas.


Por supuesto, respondimos –con respeto, pero con claridad y dureza- al prejuicio “madurista”. Ser del barrio no es ser violento. La inmensa mayoría de los habitantes de nuestros barrios somos gente honesta, trabajadora. Así lo demostramos en ese escrito, con argumentos de naturaleza estadística, económica, sociológica y etnografica. Y creímos que hasta allí llegaría el punto, ya que rara vez la soberbia hecha Poder responde a ideas con ideas. Pero he aquí que surgieron otras respuestas: Primero fueron decenas, luego centenares, luego miles de mensajes que desde la red social twitter fueron a nuestra cuenta @ChuoTorrealba con diversas versiones de un mismo planteamiento: “Soy del barrio y no soy violento”…”Vengo del barrio y soy honesto y trabajador”… “Salí del barrio a punta de esfuerzo y estudio”... Y lo más conmovedor: en los mensajes no había consignas ni insultos, sino testimonios de vida, mini-biografias que condensaron en 140 caracteres el tránsito de la pobreza a la prosperidad, usando como únicos apoyos la educación y el trabajo digno.

En todos estos testimonios de vida la familia juega un papel fundamental. Y, tal como ocurre en la realidad, muchísimos de esos testimonios retratan familias materno-centradas, estructuras en las que una mujer sola es madre y padre a la vez. Hoy, Día de la Madre, hemos escogido apenas una muestra de esos mensajes, en la que hijos exitosos del barrio, integrantes actuales de la trabajadora clase media venezolana, rinden justo homenaje a sus madres heroÍnas.  Tales historias de vida tienen, ahora, la palabra:








 
Como estos, otros cientos, miles hombres y mujeres usaron las redes sociales como plaza pública, mejor dicho, como inmensa avenida, a la que acudieron en pacífica pero contundente manifestación, cada quien enarbolando su tuit como un cartel en el que exhibía y compartía su propia historia de coraje y lucha, de superación y logro, mostrando lo que puede el estudio y el trabajo, lo que puede el barrio y la familia, lo que puede -como en estos testimonios que hemos privilegiado, hoy Día de la Madre- una madre, valiente aunque sola, luchando a brazo partido por sacar a sus hijos del riesgo y la pobreza, sin por ello quedar marcados por el resentimiento y la violencia.
 
Este es el hermoso pueblo que en realidad somos.
 
¡Palante!

domingo, 5 de mayo de 2013

¡RESPETE AL BARRIO, SR. MADURO!


Los venezolanos ya sabíamos que el ocupante temporal de Miraflores tiene algunas limitaciones, como no saber con precisión cuales son los estados del país, condición que compensa con habilidades sorprendentes, como la de hablar con los pájaros. Lo que no sabíamos era que compartiese prejuicios clasistas, como el de asumir que quienes vivimos en los barrios somos dados a resolver a puños nuestras diferencias. De la lucha contra los prejuicios trata, pues, este texto.

"Ustedes saben que nuestros diputados vienen de barrios, de la calle y mueven las manos muy rápido". Con esas palabras, dichas el pasado viernes 3 de mayo en una asamblea con trabajadores del Metro de Caracas, intentó explicar el señor Nicolás Maduro Moros -presidente proclamado por el Consejo Nacional Electoral- su versión de los bochornosos hechos de violencia ocurridos en la Asamblea Nacional el pasado martes 30 de abril, que dejaron como saldo siete diputados heridos, TODOS pertenecientes a la bancada opositora. Maduro afirmó que la violencia fue “provocada y planificada por la oposición” y, ante la realidad de que los únicos heridos en la refriega fueron aquellos que el señor Maduro acusó de haberla “planificado”, la única explicación que dió fue que eso ocurrió porque los parlamentarios de su tendencia son de “la calle, de barrio y mueven más rápido las manos”.


PARLAMENTO DEGRADADO

No vamos a referirnos aquí a los detalles de lo ocurrido en la sede del muy disminuído Poder Legislativo venezolano, primero degradado de parlamento a cuartel y luego deteriorado más aun, a la infame condición de paraje de emboscadas. Ya el país y el mundo entero vieron lo que ocurrió pues -pese al bloqueo informativo oficial- los videos tomados con los teléfonos celulares de las víctimas permitieron establecer con precisión quienes fueron los agresores y, en consecuencia, quienes son hoy sus alcahuetes. Eso ya es materia sabida. Lo que si nos interesa alertar, destacar y denunciar es el carácter clasista, descalificatorio e insultante que para todo el pueblo venezolano, y en particular para este 54 % de compatriotas que vivimos y luchamos en los barrios, tienen las lamentables declaraciones del señor Maduro Moros.


EMBOSCADA CERRADA, INSULTO ABIERTO

En efecto, ¿A cuenta de que ese señor viene a justificar las presuntas habilidades belicosas de sus compañeros de partido diciendo que ellos son así (violentos, agresivos, sujetos que “mueven más rápido las manos”) porque supuestamente “son del barrio”? ¿De dónde saca Maduro Moros que “ser del barrio” es sinónimo de peleador callejero? ¿Qué lo autoriza a utilizar nada más y nada menos que la temporal investidura de Presidente de la República y los micrófonos del canal del Estado para reproducir y reforzar los prejuicios clasistas de que hemos sido víctimas por décadas los habitantes de los barrios, al presentarnos a todos como “malandros”, “pendencieros” o “matones”?


LA VERDAD ESTADÍSTICA: 98.9 % DE LOS HABITANTES DE LOS BARRIOS SOMOS GENTE DECENTE

La falsedad de tales prejuicios está más que demostrada por la etnografía, la sociología, la economía y hasta por la estadística. Empecemos por esta última: De acuerdo al último Censo de Población y Vivienda, la población de Venezuela se aproxima a los 30 millones de personas. Según proyecciones basadas en cifras del Consejo Nacional de la Vivienda, aproximadamente un 54 % de la población venezolana vive en estos “desarrollos habitacionales no controlados” conocidos como en nuestro país como “barrios”. Del cruce de estos dos datos podemos extraer que en barrios viven unos 16,2 millones de venezolanos. Por otro lado, estimaciones hechas por expertos criminólogos (Fermín Mármol García y Javier Gorriño, entre otros) ubican en 180 mil la cantidad de delincuentes violentos en nuestro país, organizados en unas 18 mil bandas. Estos números son de mucha utilidad porque en el supuesto negado que TODOS los delincuentes de este país vivieran en barrios, eso sólo revelaría que el 98,9 % de los habitantes de los barrios son gente honesta, y que apenas un 1,1% de esa población estaría integrada por transgresores de la Ley. Quizá sea muy complicado para quienes “ahora y mientras tanto” están en el poder, pero el resto de los venezolanos puede corroborar estos datos haciendo una sencilla regla de tres.


LA BOLIBURGUESIA SOBRA, LOS BARRIOS NO

Esta contundente realidad estadística nos coloca frente a otra no menos contundente realidad económica: Este país podría vivir tranquilamente sin boli-burguesía (ese sector social que ni aporta fuerza de trabajo ni aporta capital a la actividad productiva, sino que amasa fortunas gigantescas gracias a estar bien “enchufados” en el poder político), pero Venezuela sería absolutamente inviable desde el punto de vista económico sin el músculo productivo y sin la capacidad de consumo que reside en los barrios. Desde el punto de vista antropológico, sociológico y etnográfico la evidencia también desmiente al prejuicio madurista sobre que “ser del barrio” es sinónimo de “ser violento”: Todas las miradas desde esas disciplinas revelan que los barrios fueron en su origen espacios de transición creados por humildes venezolanos que vinieron a las ciudades huyendo del hambre y de las enfermedades que azotaban el interior del país, y que con trabajo honesto financiaron los estudios de sus hijos para de esa manera crear la columna vertebral de lo que hoy es la clase media venezolana.


HARTOS DE LA VIOLENCIA… ¡Y DE LOS VIOLENTOS!

Una cosa si es cierta: Si el empleo privado sigue disminuyendo y el empleo público sigue precarizándose; si las instituciones siguen desdibujándose y la impunidad sigue campeando; Si estar “enchufado” sigue siendo más lucrativo que ser productivo, si se sigue atentando desde el poder contra la cultura del trabajo y si la ley sigue siendo no una garantía para la convivencia sino un garrote para la disidencia, entonces si es verdad que no solo los barrios sino todo el país será pasto de esa indeseable violencia que hoy el ocupante accidental de Miraflores justifica con cinismo. Por eso es que todos, chavistas y caprilistas, están obligados a entenderse para darle un parao a la inmadurez hecha gobierno. “Hay que mover las manos rápido”, no para golpear a nadie, sino para construir una patria en que esta violencia absurda sea impensable.

Y los primeros que deseamos esto somos, precisamente, la gente del barrio, que ya estamos hartos de la violencia y de los violentos.

ECONOMIA POLÍTICA DEL CRIMEN (o como el gobierno promueve la violencia en los barrios "en nombre del amor")



Este texto, subtitulado "Segunda Carta Pública a los ciudadanos Henrique Capriles Radonsky y Nicolás Maduro Moros", entonces candidatos presidenciales, fue publicado en el Diario La Voz en su edición correspondiente al domingo 7 de abril de 2013, una semana antes de las hoy impugnadas elecciones presidenciales.  Ante las irrespetuosas alusiones hechas el pasado viernes 3 de mayo por el Sr. Maduro Moros sobre el tema de la violencia y los barrios hemos creido útil colocar este texto en el blog, pues da indicios de una verdad clara:  No es que "en el barrio se aprende violencia", como sugiere Maduro Moros.  En realidad, es la ausencia de políticas públicas acertadas y la ejecución de políticas públicas erradas por parte del gobierno lo que ha convertido a nuestros barrios, que antes eran espacios de esperanza y transición, en lo que son hoy: Espacios de violencia, estancamiento y desesperación.

Ya el pasado domingo 31 de marzo planteamos a los candidatos presidenciales uno conjunto de inquietudes, interrogantes y propuestas sobre el tema de la vivienda en los sectores populares. En esta misiva abordaremos dos aspectos que, como el anterior, también consideramos cruciales: el empleo y la seguridad en esas 170 mil hectáreas que en nuestro país ocupan los barrios populares, espacios donde residen aproximadamente 16,2 millones de compatriotas.

EL EMPLEO Y LOS "CIRCUITOS DE SOBREVIVENCIA" ASOCIADOS AL DELITO

Muchísimos investigadores y especialistas, de distintas orientaciones ideológicas y diversas tendencias políticas, se han empeñado en explicar que no existe correspondencia directa entre "pobreza" y "delito". Son muchas las ocasiones en que hemos escuchado explicaciones como esta: "La India es el país con más pobres en el mundo, pero no es el país con más alta criminalidad", como supuesta prueba de que la pobreza no es en sí misma criminógena, es decir, generadora de transgresores.

Sin embargo, esa es sólo la superficie del asunto. La verdad nuestra, la verdad venezolana, es que ocho décadas de cultura petrolera ha determinado que en nuestro país eso que los sociólogos llaman el "aspiracional" de la mayoría de los venezolanos sea de clase media, independientemente de su real nivel de ingreso. Dicho de otra manera, el venezolano (aunque sea pobre o incluso muy pobre) siempre aspira a vivir mejor. Y ese "vivir mejor" se expresa en el deseo de tener acceso a los bienes de consumo, físicos y culturales, generalmente asociados al nivel de ingresos de la clase media.

Para lograr eso, los venezolanos (incluso los pobres) solían tener dos palancas o puntos de apoyo: el empleo generado por el sector privado (generalmente bien remunerado) o el empleo en el sector público (usualmente no tan bien remunerado, pero que solía ser estable y con prestaciones). Pero en los últimos 30 años, desde el Viernes Negro de 1983, y con irónica ferocidad en los últimos 14 años, desde el acceso al poder del Presidente Chávez, esa realidad cambió. Y cambió para mal.

LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL CRIMEN

En efecto, el empleo privado ha venido disminuyendo, de manera sostenida. La inestabilidad política, las tensiones sociales y la inseguridad jurídica fueron obligando a las empresas privadas primero a reducir sus inversiones, y luego incluso a cerrar sus puertas o mudarse de país. En los últimos 14 años esos problemas han recrudecido, y han surgido otros: las expropiaciones, la dificultad para acceder a las divisas para adquirir equipos o materia prima y para repatriar ganancias han logrado el "éxito" de convertir en galpones desiertos lo que antes eran fuentes de trabajo de calidad. Mientras, el empleo público dejó de ser, en rigor, "empleo" y paso a ser eso que los venezolanos llamamos "resuelve": trabajo precario, a destajo, mal pagado, inestable. "Pan para hoy y hambre para mañana"...

Ante la desaparición del empleo privado y la precarizacion del empleo público, se ha incrementado la importancia relativa de los llamados "circuitos de sobrevivencia asociados al delito" como mecanismos o estrategias que permitan al habitante de los sectores populares e incluso de la clase media tener acceso efectivo a los bienes y servicios a los que aspira. No se trata de que masivamente los venezolanos "se estén volviendo criminales". Se trata en realidad de que al cerrarse al venezolano las vías legítimas para tener acceso a la calidad de vida a que se aspira, la sociedad en su conjunto se hace más "tolerante" ante prácticas -desde la corrupción administrativa hasta el más simple pillaje- que antes hubieran sido universalmente condenadas, por aquellos venezolanos que consideraban motivo de orgullo el ser "pobres pero honrados".

ENFRENTEMOS, RESOLVAMOS, CONSTRUYAMOS

Sabemos que el tema es duro, pero no abordarlo tienes consecuencias más duras aún: el deterioro del empleo en particular (tanto público como privado) y de la cultura del trabajo en general son causas efectivas y eficientes del auge del delito y de la cultura de la muerte. Esa es una verdad que afecta, si, a todos los venezolanos, pero que agrede con saña particular a los que menos tienen. ¿Qué pueden decirnos al respecto nuestro amigo Henrique Capriles o el señor Nicolás Maduro?